martes, 16 de junio de 2009

Una propuesta indecorosa (O de cómo descubrí que sí tengo mis límites)

Estaba el otro día bebiendo (¿Has notado que una cantidad enorme de historias empiezan con dicha frase? es el nuevo "Érase una vez") en el bar de siempre con mi amigo el Dudu.

Desde que llegamos al lugar, notamos dos cosas diferentes: 1) contrario a la regla, había más chicas que weyes, y 2) estaban bien guapas varias de ellas. Existía una razón para ambas cosas, pero no son de interés para ésta historia. El caso es que nos acomodamos estratégicamente para pasar un rato tranquilo mientras echábamos taco de ojo.

Después de un rato de jeans entallados, blusitas de tirantes y sonrisas coquetas, no pude más y mi intención de pasar un rato tranquilo se fue al caño. Un par tragos y un cambio de postura corporal y ya estaba yo listo para salir de ahí hasta que nos corrieran. El Dudu con todo y que él no podía beber, por estar tomando medicina, estaba tan a gusto que no le importó pasar la noche jugo tras jugo -creo que probó todos los sabores de jugo del mundo-.

En algún momento de la velada estábamos discutiendo la estrategia a seguir con una güeras increíbles que llegaron a sentarse justo a la mesa de al lado, cuando de repente se plantó de pie junto a mí una chica, y así sin más me saludó y me preguntó mi nombre. Algo bajita para mí (yo mido 1.90 y ella si acaso llegaba al 1.60) pero dos-tres guapetona y con un muy buen par de... Bueno, dígamos que tenía un par de características muy atractivas.

-Hola, me llamo Leo, mucho gusto ¿y tú?

-Yo me llamo X (obviamente no se llama X, estoy protegiendo su identidad). Oye, ¿les puedo invitar una copa de lo que estén tomando a tí y a tu amigo?

-"¡Ah no mames!, que huevos de chica. Yo sí me levanto a aplaudirle -bueno, mejor no-. Me cae que si yo tuviera la mitad de su coraje, me estaría tirando a Megan Fox". Por favor, señorita, al contrario, permíteme invitarte un trago. Yo soy un caballero... Ven, síentate aquí (le cedí mi lugar).

Y comenzamos a platicar de cualquier cosa. Durante la conversación, me contó que es casada, cosa que en ese momento no me importó en lo más mínimo. La cosa se puso interesante cuando de repente se me quedó viendo fijamente y me preguntó:

-Oye, ¿eres conservador?

"Pues no apoyo la instauración de una monarquía absoluta en el país, así que no puedo decir que lo sea. Por otro lado así libera-liberal, tampoco soy. Digo, Miramón era la onda y era conservador, y en cambio el pinche Benito Juárez era un pendejo que le dió el culo a los gringos. Además, si yo fuera emperador... Tal vez lo más convenientes sería dividir el país en dos diferentes, el mío que sea la parte norte y occidente del territorio, que es la chida, porque hay más lana y están las chicas más guapas y otro país con el centro y sureste, que es un lastre, porque no generan lana ni chicas guapas, y además son bien rijosos; ellos pueden quedarse con su dizque 'democracia' y elegir de presidente al peje si quieren. Yo seré el fundador del Sacro Imperio Romano Mexicano, con capital en San Miguel el Alto, Jalisco, ¡A huevo!". Todo eso pensé, pero decidí no hacerle al payaso y simplemente me limité a contestar que no soy conservador.

Luego me preguntó que si era yo mojigato, a lo que volví a responder que no. Nunca me he considerado mojigato. Entonces la soltó:

-Es que...ash me da un poco de pena. De hecho pensé que me ibas a batear porque te ves muy serio. Bueno, ya... quiero tener sexo contigo.

-(Glup)

-Pero quiero que mientras lo hacemos nos vea mi esposo.

-¿Cómo, cómo, cómo, cómo, cómo, cómo, cómo, cómo? (No es mentira, de verdad dije "¿Cómo?" todas esas veces)

-En serio, tú escoge el lugar que quieras y si quieres que nos acompañe tu amigo. Es que a mi marido le gusta ver mientras tengo sexo con otros hombres. De hecho viene conmigo.

-¿En serio? ¿Quién es?

-Es aquél de allá (señala un tipo alto, rubio, chistosón, con cara de nerd) Si quieres te lo presento.

-¡No! Digo... no es necesario. Creo que necesito meditarlo un poco, porque tengo junta mañana temprano, y además yo vengo manejando y ni modo de dejar solo a mi amigo y -inserte aquí cualquier cantidad de malos pretextos-.

Salí a fumar un cigarro para reponerme de la impresión (ok, fueron como 5 cigarros uno tras otro) En algún momento el Dudu me alcanzó afuera y le conté todo.

-¿Y se lo vas a hacer?

-¡Claro que no!

-¿Porqué no?

-Pues porque es raro, y yo no hago cosas taaan raras. De entrada sabes que no me acuesto con cuanta vieja conozco, mucho menos así. Además creo que es un algo gay que otro tipo me esté viendo mientras lo hago y se prenda con eso.

-Bueno, los va a ver a los dos.

-Como sea, es demasiado raro para mí. Digo, no tendría problemas en que alguien más me viera mientras lo hago, siempre y cuando ese alguien más fuera una chica. Y mejor aún si luego participara. O mejor aún, si fueran tres chicas. O mil chicas, todas con togas vaporosas que se transparenten, oh sí... (ok, ya estoy fantaseando). El caso es que el único hombre presente debo ser yo. Si hay otro wey no está padre.

Regresamos a nuestra mesa, y cuál no sería mi sorpresa al descubrir que los habían sentado a la mesa junto a la mía, en lugar de las rubias intensas. Peor aún, me presentó a su marido, que me saludó mientras me dirigía una mirada de complicidad.

Mi estrategia fue hacerme bien wey a ver si ya quedaba así, pero por supuesto que eso no pasó. Después de un rato se acercó a mí y me preguntó si ya había meditado su propuesta. A lo que yo respondí que en efecto, la había meditado, pero que desafortunadamente no creía que fuera posible ése día en específico, y que sería mejor dejarlo para otra ocasión, porque -inserte aquí cualquier cantidad de malos pretextos-. Ella sólo me miró y me dijo:

-Ok, será otra ocasión, pero...Estás precioso, ¿Te puedo dar un beso?

Ah, si tuviera un peso por cada vez que una chica en un bar me ha pedido un beso... Bueno, tendría entre 10 y 15 pesos, pero algo es algo. El caso es que un beso no se le niega a una chica nunca; no importa si la chica no te gusta, el sentimiento de rechazo que sienten si te niegas es algo que ninguna mujer se merece. Hay un castigo especial en el infierno para los hombres que le niegan un beso a una chica, junto a los violadores y los asesinos seriales.

El caso es que la besé. Y fue un gran beso: largo, apasionado y delicioso. Por un momento hasta dudé en si había hecho lo correcto al rechazar su propuesta. Pero entonces ví de reojo a su marido viéndonos con cara de Marcial Maciel rodeado de monaguillos, lo cual hizo que me separara de inmediato. Pedí la cuenta, le brindé la mejor de mis sonrisas y salí de ahí.

-----------------------------------------------------

Me llamo Leo, y si no hubiera sido informáticoempresarioconsultordesistemas, habría sido gigoló.

5 comentarios:

  1. Lo tienes que pedir de frente y con ganas, así no vale.

    ResponderBorrar
  2. YO: Leo me regalas un beso??!!!! :)<3

    (asì??)

    ResponderBorrar
  3. O sea me refiero a que tiene que ser cara a cara, vía comentario no vale.

    Pero está bien, ahi va tu beso: ¡Muuuuack!

    ResponderBorrar
  4. jajaja, si entendì! XD pero querìa ver si pegaba! hoho

    pues tu me dices y yo te busco! todo sea por un beso de Leo! ajajaja XD

    Saludos! :P

    ResponderBorrar