jueves, 24 de diciembre de 2009

Una micro pastorela

Creo que éste es un buen día para compartirte éste texto que a mí me parece muy divertido. Lo encontré allá por el '79 en una página de chistes, y no tengo idea de quién es el autor. Si de casualidad tú lo sabes, avísame para darle su crédito.

Primero pensé en poner una mis pastorelas (por si no lo sabías, el buen Joel y yo hemos escrito como diez mil y algunas hasta son medio buenas) pero todas son muy largas para una entradita de blog. Pero si algún día quieres una, pídemela con confianza.

No me resta más que desearte una muy feliz Navidad. Cena mucho y bebe más. Y ahora sí la pastorela:

En una llanura sin espesura surgen tres personajes que son: el diablo,
el arcángel San Miguel, y un viejo pastor:
Sale el diablo padrotamente vestido de rojo, diciendo:
"Yo por estos montes diviso gente acostada. ¿Quién hijos de la
chingada habitáis en estos montes?"
Un viejo pastor al escucharlo, le contesta:
"Yo soy el viejo pastor, que las montañas albergan y no me importa que
seas el diablo: a mí me pelas la verga."
El diablo, enojado, responde:
"¡Cállese, escuincle gritón, no le hable así a su padre! ¡Quítese lo
valentón, y váyase a chingar a su madre!"
Contesta el viejo pastor:
"En verdad que eres infante y no le temo al fuerte rojo. No me importa
que seas el diablo: ¡Yo a los diablos me los cojo!"
El diablo enfurecido se abalanza para agarrarlo a punta de chingadazos
cuando, de repente, surge (¿quién, si no?) ¡El arcángel San Miguel!
"¡Detente Satán maldito! ¡No abuses de tu poder! Que si a este pendejo
quieres joder, ¡a mí me pelas el pito!"
El diablo queda perplejo con la aparición y se dice para si:
"Este pinche pastor me apantalla y hasta me hace ver visiones. Le voy
a poner en su madre y a bajarle los calzones."
A lo que el arcángel San Miguel contesta:
"¡Ninguna visión, cabrón, del meritito cielo vengo, y con esta verga
que tengo, te voy a dejar panzón!"
Los dos se enfrentan en cruenta batalla, donde surgen cocolazos,
fregadazos y guamazos. Al final, el diablo todo madreado, le dice al
arcángel:
"¡Venciste, Miguel, venciste! Guarda ya tu larga espada; ahora sé que
me venciste y me voy a la chingada."
Entre porras y rechiflas se cierra el telón. Si esta obra te gustó,
ríete no seas cabrón. Y si después de la oída no te gustó la
puntada... como dice San Miguel:
"¡Vete mucho a la chingada!"


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Me llamo Leo, y si no hubiera sido informáticoempresarioconsultordesistemas, habría sido un arcángel.